Los pensamientos y los sentimientos son como la energia, ni se crea ni se destruye, sólo se transforman.

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domingo, 19 de diciembre de 2010

Llueve...


La lluvia, ese fenómeno tan extraño que hace que caigan gotas del cielo y se empañen los cristales, que te hace sentir tranquila cuando miras por la ventana al calor de la chimenea y no tienes nada que hacer, que empaña los cristales de la habitación y hace que despiertes la imaginación de escribir cosas en esos cristales, tu nombre, un corazón, su nombre… Que hagas dibujos extraños. Que recuerdes cosas, que sientas esas cosas que recuerdas…
Porque un día de lluvia, iba caminando por la calle, sin paraguas, mojándome, sonriendo… Recuerdo cómo me gustaba esa sensación, la de sentirme poca cosa en comparación con el mundo, la de sentir que me mojaba, que era libre, que nadie me iba a decir que cogiera un paraguas… Y en el fondo de un parque, ahí estaba, era él, sentado en un banco, sonriendo, y entonces lo supe. Levantó la cabeza y me miró, y sonrió, y entonces supe que él sentía lo mismo.
Sonreí al recordar aquello, el momento en el que lo conocí, y todavía no me creía que sólo necesité un instante para saber que era el amor de mi vida.
Llamaron a la puerta de mi habitación y me giré, y ahí estaba, sonriendo, como aquella vez. “¿Vienes a mojarte bajo la lluvia conmigo?” Preguntó. Yo no dije nada, simplemente le di la mano y salimos a la calle, a mojarnos, como la primera vez. 

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